Wednesday, November 08, 2006

micaelaalvarez

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Lo conseguimos porque no sabíamos
que era imposible

Gustavo Montilla

Tarea 8.
Racionalidad ambiental: La reapropiación social de la naturaleza

En las dos últimas sesiones de debates contemporáneos, las compañeras de la Línea de Espacio, Movilidad y Territorio compartimos distintas nociones de desarrollo que han ido cambiando conforme ha cambiado el contexto histórico, pero también conforme han ido cambiando los intereses hegemónicos. En particular nos dimos cuenta de cómo las nociones de “progreso”, “crecimiento” y “modernización” han seguido presentes hasta nuestros días y permean nuestras vidas, nuestras actitudes, nuestras decisiones de consumo, entre otras cosas. Y aunque éstas nociones han ido cambiando en el ámbito académico e incluso en el ámbito de los “promotores del desarrollo” (llaménse BM, FMI, BID, OMC), quienes nos hemos formado bajo estos esquemas de desarrollo, nos movemos en un espacio de comodidad, pues nos hemos apropiado de las ideas de individuación, de competencia, del ideal de éxito como “tener, tener”, en términos prácticos nos hemos alejado del contacto con la tierra, y poco hemos cuestionado lo que eso implica en términos de sustentabilidad social y ambiental.

Tanto Leff como otros autores (Escobar, 1999, Harvey 2006, Arreola 2006) nos muestran es que son los pueblos indígenas, quienes basados en sus valores culturales plantean la alternativa de la racionalidad ambiental –no necesariamente usando el mismo término- ante la nueva noción promovida por los impulsores del desarrollo que intentan vendernos un “capitalismo ecológico” que afirma la desaparición de la contradicción entre crecimiento y ambiente, y ahora los “desarrollistas” se convierte en conservacionistas, en impulsores de programas que protegen el medio ambiente, sin dejar de darle un valor económico a los “recursos naturales”; o como lo dice Enrique Leff parafraseando a Marx: “modos de producción con la naturaleza y no contra la naturaleza”.

Han sido los pueblos indígenas quienes han estado alerta en el discurso que ahora nos venden de manera sutil quienes detentan el poder hegemónico, existen experiencia en distintos países de defensa de su territorio, de la resignificación de su identidad cultural, que conlleva la revaloración de sus saberes ambientales. En palabras de Enrique Leff es en el territorio, “en el espacio local donde emergen las sinergias positivas de la racionalidad ambiental y de un nuevo paradigma de productividad ecotecnológica” (Leff,1994). En este proceso de revaloración se ha dado la “ambientalización de los movimientos sociales en los que las organizaciones indígenas reafirman su postura ante la globalización, reafirman su identidad y reclaman su reapropiación de su patrimonio cultural y natural con un sentido simbólico distinto al de quienes nos hemos formado en el paradigma occidental… Mi cuestionamiento es ¿cómo participamos los antropólogos de ese proceso de reapropiación social de la naturaleza?, ¿sólo dando cuenta de ella mientras permanecemos en nuestro espacio de comodidad?

Neil Harvey (2006) responde de alguna manera a esta inquietud, cuando comenta que se “hace necesaria la construcción de nuevas formas de interacción y participación igualitaria entre las instituciones de desarrollo, los investigadores y los diversos miembros de las comunidades rurales e indígenas.” En este caso el desafío para nosotras es avanzar en esa construcción de nuevas formas de interacción y participación, ¿aceptaremos el reto?