Saturday, June 23, 2007

¿Hacia una historia ambiental en equlibrio?

Una vida plena es mejor que una vida larga.
Nisargadatta



Así como el Amazonas o la Selva Lacandona, podríamos enumerar un sin fin de casos de regiones en el mundo que históricamente ha sufrido el embate de los llamados “seres humanos”. Ciertamente, desde la prehistoria y a través de las distintas épocas, la tierra, sus bosques, selvas, valles, ríos, lagos y todo cuanto en ellos existió ha tenido la influencia del hombre. El ser humano ha influido desde siempre en el cambio del paisaje a partir de un sentido de apropiación de la naturaleza. David Cleary señala que el término “paisaje” no es el más preciso de los conceptos, pero conlleva la transición de la naturaleza salvaje hacia un ambiente artificialmente manipulado y modificado, en el que la naturaleza convive con la cultura y la impregna con un sentido de escala que trasciende lo puramente local.

Como quiera que sea, las maneras en que se ha desarrollado la ocupación humana ha sido distinta a través de tiempo en relación con la tecnología disponible, la mano de obra disponible y la ambición de quienes han detentado el poder en cada momento de la historia –nos resulta conocida la versión del colonialismo donde hubo extracción de recursos, esclavitud y exterminio-; pero también dando cabida a formas de organización y producción local, que en conjunto han dado lugar a complejas interacciones entre humanos y ecosistemas.

En los debates acerca de los límites ambientales, hay una distinción no problematizada entre naturaleza y cultura, y argumentos acerca de qué tanto la naturaleza constriñe a la cultura. En este sentido me parece que la naturaleza sólo “es”, sólo “está”, no tiene el sentido de hostilidad que subyace a este debate. Aquí creo que se pierde el sentido crítico a las acciones de los seres humanos que han “naturalizado” la apropiación de la naturaleza, queriendo extraer de ella la mayor cantidad de recursos, queriendo hacerla producir productos para el mercado, transformando el paisaje para trazar nuevas rutas comerciales…las preguntas deberían ser ¿le pertenece a alguien la naturaleza?, ¿qué nos da derecho de hacer tanto daño a los ecosistemas?, ¿cómo se puede establecer un valor para la diversidad de elementos que nos brinda la naturaleza? Afortunadamente podemos asombrarnos cada día con los ejemplos que la naturaleza nos muestra la recreación de la vida.

Otro aspecto que subyace al debate naturaleza/cultura es que la salvación de los ecosistemas está en manos de los “nativos”, de los pueblos que defienden sus derechos comunales, son ellos los que deben conservar, restaurar y promover la racionalidad ambiental, pero ¿dónde queda entonces el quehacer del resto de la humanidad?

Mi apreciación personal es que ya sea dentro del mercado que permea a gran parte de la vida moderna o fuera de él, en los espacios comunales que aún sobreviven y que intentan esgrimir el argumento de la justicia ambiental subyace el sentido de pertenencia “sobre” la naturaleza, que ilusoriamente consideramos nos da el derecho a decidir como distribuir lo que se ha dado en llamar “recursos naturales”, ponerles precio, sin realmente dimensionar su justo valor. Lo anterior ha dado como resultado una situación que cada vez nos resulta más alarmante, y que en la actualidad conocemos como “cambio climático”, que se irá agudizando mientras no haya un cambio de perspectiva de los seres humanos hacia la naturaleza. Dicho cambio de perspectivas consiste –desde mi particular punto de vista- en dejar de lado el sentido de ser “propietarios de la naturaleza”, para sólo “ser parte de la naturaleza”, y lograr con ello el equilibrio en la re-creación de la vida.

Queda en cada uno de nosotros definir hacia donde se enfocarán nuestros esfuerzos en el quehacer científico desde la antropología. Se emplea aquí el término científico en el sentido crítico en que lo define Gramsci: "Científico" significa "racional", y, más precisamente, "racionalmente conforme al fin" que se quiere obtener, que es producir el máximo con el mínimo esfuerzo, el máximo de eficacia económica, etc., escogiendo y determinando racionalmente todas las operaciones y los actos que conducen al fin. El adjetivo "científico" se utiliza hoy ampliamente, pero su significación puede reducirse siempre a "conforme al fin", en cuanto esa "conformidad" se busca racionalmente (metódicamente) tras un análisis detalladísimo de todos los elementos (hasta lo capilar) constitutivos y necesariamente constitutivos (eliminación de los elementos emotivos incluidos en el cálculo). (C. VIII; PP 162-163.). Optaremos por la reapropiación de la naturaleza o por la restauración de los vínculos naturaleza-cultura, no como elementos en oposición sino como elementos complementarios en el ciclo de la vida.


Denevan,W. (1992) The pristine myth: The landscape of the Americas in 1492. Annals of the Association of American Geographers, Vol. 82: 369
Cleary, D. (2001) Towards an environmental history of the Amazon. LARR Vol. 36, No.2: 65-96.
http://www.gramsci.org.ar/ Consultado el 16 de Junio de 2007.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home